Repsol, la energética española que planea ser líder en suministro de biocombustibles en 2030, sale a marcar su posicionamiento a favor de los combustibles renovables en el marco de una disputa de intereses sobre cómo avanzar en la transición energética europea.
La inclusión de estos combustibles en la estrategia para eliminar los vehículos de combustión está en debate. Para algunos actores, la única alternativa es la electrificación de las flotas, y para otros, la Comisión Europea tiene que definirse a favor de los renovables.
Estíbaliz Pombo Barés, la Gerente de Productos Energéticos en Estaciones de Servicios de Repsol, afirma que los combustibles renovables son el motor de muchos de los acuerdos que la compañía ha firmado con clientes relevantes.
Es sabido que para el segundo trimestre de este año se espera que esté operativa la planta de producción de biocombustibles de Repsol en Cartagena; la primera de España, cuya construcción supuso una inversión de 188 millones de euros.
Por otro lado, la multinacional está gestionando la primera planta de combustibles sintéticos de España. La misma es fruto de una colaboración con dos grandes petroleras: la española Petronor y la gigante saudita Saudí Aramco; la mayor productora de petrolíferos del mundo.
La planta de combustibles sintéticos estará situada en el puerto de Bilbao y tendrá una capacidad de producción de 8.000 litros al día. Actualmente el proyecto está en una primera fase de desarrollo y se espera que entre en funcionamiento a finales de 2024.
Habiendo jugado estas cartas, representantes de la energética declaran que los combustibles renovables tendrán un papel crucial en la transición energética y especialmente en la movilidad sostenible.
“Es una solución real e inmediata, compatible con las flotas actuales y con las infraestructuras de distribución y repostaje”, afirma Estíbaliz Pombo Barés.
Y agrega: “Es útil, eficaz y no cambia hábitos de uso para la población”
Para Pombo Barés es fundamental acercar la alternativa de los combustibles renovables a clientes para que confíen en el producto y los elijan en el transporte.
Por otra parte, hace pocos días el presidente de Repsol, Antonio Brufau, hizo referencia a la transición energética y consideró que Europa está equivocada al ubicar en el foco del problema a los vehículos a combustión, ya que los mismos emiten menos carbono en toda su cadena que uno eléctrico.
La disputa en la transición energética
La postura incierta de la Comisión Europea sobre el fin del motor de combustión en 2035 tiene encendidos debates y declaraciones de los actores involucrados en el tema, cuyos intereses pueden verse afectados o beneficiados según la decisión.
Alemania e Italia presionan para que se incorporen los biocombustibles a la estrategia de descarbonización, en un intento por defender a la industria automotriz de sus países.
Desde la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) sostienen que apostar electrificación masiva es importante pero no es la solución a todo. “El enemigo es la energía basada en fósiles, no una tecnología en particular”, declaró su presidente, Luca de Meo.
Por su parte, la Asociación Europea de Electromovilidad (AVERE) plantea que los combustibles renovables son demasiado costosos para implementarse a una escala significativa, que desde el punto de vista ecológico siguen produciendo emisiones nocivas y contaminantes por tubo de escape.
