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mayo 8, 2024
Inés Platini
By Inés Platini

¿160 mil kilómetros sin degradación de la batería? La investigación española busca lograrlo

La autonomía del vehículo eléctrico es una de las principales inquietudes de los compradores, al igual que la durabilidad de su batería. Para aclarar estas cuestiones, Mobility Portal España realiza un análisis junto a especialistas del sector.
batería-coche-electrico

Las baterías de los vehículos eléctricos están diseñadas para alimentar un coche durante 10 a 20 años sin necesidad de reparación o reemplazo.

En Europa, la mayoría de las marcas ofrecen una garantía de ocho años o 160.000 kilómetros, durante los cuales se espera que la salud de estas no disminuya por debajo del 70%.

Según Ignacio Casado, Director de Marketing y Comunicación en el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE), las baterías tienen una vida útil programada de aproximadamente 7.000 u 8.000 ciclos, dependiendo del modelo.

Su duración depende de varios factores, como la potencia de las mismas, el tipo de coche y el estilo de conducción de cada propietario.

Ignacio Casado, Director de Marketing y Comunicación en ITE.

¿Qué se podría hacer para prolongar su durabilidad?

«Nos estamos enfocando en el desarrollo tecnológico, un área en la que estamos trabajando de manera muy potente», indica Casado a Mobility Portal España

Esto implica la mejora de la densidad energética, la sostenibilidad y la eficiencia de las baterías. 

Para lograrlo, está investigando con nuevas químicas que puedan mejorar su capacidad y desempeño.

Una de estas soluciones son las baterías de litio en estado sólido que, según dijo Xavier Castellsagué, Jefe de la Unidad de Endolla Barcelona, en un evento organizado por Mobility Portal España, podrían ser el futuro.

En concreto, señaló: “Estas jugarán un papel fundamental y podrían representar el 70% en la decisión de compra”.

Esto se debe a los beneficios que ofrece esta tecnología.

Entre ellos, proporciona una mejor relación costo-beneficio, mayor seguridad, autonomía, reducción de peso y tamaño, mayor durabilidad, carga más rápida y un menor impacto ambiental.

Para ello, ITE cuenta con una línea de investigación centrada en las baterías de flujo sólido, que se vinculan a través de un entorno de economía circular.

En este sentido, está trabajando en desarrollar ese entorno de actividad para mejorar la seguridad y la densidad energética de las celdas actuales.

En concreto, está involucrado en un piloto llamado Circular Carbon, que sirve como demostración de un enfoque de economía circular basado en tecnologías innovadoras de revalorización.

Este proyecto fomenta la transición energética y la descarbonización dentro del tejido industrial de la Comunidad Valenciana.

Dicho demostrador implica la obtención de carbón activo sostenible a partir de residuos locales, así como la generación de componentes bio-sostenibles de alto valor añadido para baterías de nueva generación y para el tratamiento medioambiental de aguas y gases.

Se colabora directamente con las empresas para facilitar ensayos de testeo y verificar el correcto funcionamiento de sus baterías o componentes”, detalla Casado.

Además, se centran en la segunda vida y el reciclado de las mismas, particularmente en la caracterización de las provenientes del sector de la automoción.

“El crecimiento exponencial de la movilidad eléctrica está impulsando un aumento significativo en la fabricación de baterías”, afirma Casado.

Esto a su vez está fomentando el desarrollo de I+D+i para cubrir esta demanda y previsión de crecimiento.

¿Qué ocurre cuando las baterías dejan de ser adecuadas para su uso en vehículos eléctricos?

Los coches eléctricos requieren potencias de arranque muy elevadas y por lo tanto esas baterías sufren, disminuyendo sus valores iniciales.

De acuerdo al Director de Marketing y Comunicación, estas pueden conservar alrededor del 60% de su eficiencia después de este período de uso.

Esto indica que no se vuelven inútiles ni pierden todo su rendimiento, ya que pueden conservar una densidad energética que, aunque quizás no sea útil para el vehículo en sí, sí lo es para otras aplicaciones.

Instituto Tecnológico de la Energía.

El uso principal de los módulos de segunda vida es en el entorno estacionario a nivel doméstico, en comunidades energéticas locales o en parques fotovoltaicos. 

“Son completamente útiles en este ámbito”, indica.

ITE cuenta con varias plantas piloto dedicadas a la fabricación de baterías, así como a toda su cadena de valor, incluyendo la segunda vida y el reciclado.

Somos el único laboratorio que tiene estas capacidades dentro de la Comunidad Valenciana y estamos trabajando intensamente”, enfatiza Ignacio Casado.

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